jueves, 27 de marzo de 2008

Se puede (Crónica del Viaje en Semana Santa a Teruel)

Desde hace un tiempo teníamos la necesidad en Pedalea de movernos por el ferrocarril. Con ese propósito organizamos esta pasada Semana Santa un viaje lúdico y reivindicativo por la provincia de Teruel. Éste debía combinar la necesidad de ocio propia de estos días con la lucha por un tren social, público y sostenible que vertebre un maltrecho territorio, como es el turolense, y que permita un turismo que, creemos, es de calidad. Además, lo realizado, serviría de experimento a la hora de organizar convocatorias de mayor envergadura.

La Sierra Menera es un bello paraje turolense salpicado de matorral y chaparras a través del cual circuló una vez el ferrocarril del mismo nombre. Hasta 1940 eran las compañías privadas las que planificaban y ponían en funcionamiento las vías férreas. Ante la imposibilidad de que dos de éstas compañías se pusieran de acuerdo, en Sierra Menera se construyeron y pusieron en funcionamiento dos líneas, una de las cuales, ya desmantelada, constituye en la actualidad la Vía Verde de Ojos Negros. El problema surge en el año 2005 cuando RENFE traslada desde Galicia un modelo de tren que no dispone de un espacio habilitado para bicicletas: el TRD. Desde ese momento los derechos de accesibilidad a la Vía Verde de los cicloturistas se ven severamente recortados. Algo que resulta más indignante cuando se valoran dos aspectos. El primero es que RENFE es parte del Programa Internacional de Vías Verdes y, el segundo, que se está invirtiendo capital público en algo muy desvirtuado de antemano. Así pues, los objetivos para el viaje fueron la diversión, recabar apoyos en los pueblos cercanos a la Vía Verde y realizar una acción de desobediencia civil que tuviera como marco la Estación de Tren de Teruel.

Ya en los preparativos pudimos comprobar que convocatorias de este tipo son imprescindibles. Fue preciso salir de Zaragoza en pequeños grupos ante las continuas trabas de RENFE para viajar en compañía de nuestras bicicletas, incluso, en aquellos contados trenes en que nos está permitido. De hecho, se nos negó el permiso pertinente para el miércoles diecinueve de marzo. Ésta fecha era vital ya que la mayor parte de nosotros trabajamos y salir el jueves suponía perder una jornada completa. Así, un primer grupo se subió el martes al tren en dirección a la localidad de Monreal del Campo adonde llegaría entrada la noche. Un segundo, no queriéndose plegar al trato vergonzoso al que RENFE nos pretende obligar, salió desde Zaragoza a las tres de la tarde del miércoles con la intención de recorrer en bicicleta los ciento treinta kilómetros que separan la capital del Ebro de Monreal del Campo y con la incertidumbre de saber si aquello era posible.

El grupo que se encontraba desde el martes en la Comarca del Jiloca utilizó el miércoles para visitar la Laguna de Gallocanta y tomar contacto con los pueblos allí situados. También se repartieron octavillas y colocaron carteles. A la Vía Verde de Ojos Negros se añade el paso de la Ruta del CID o la existencia de la Laguna de Gallocanta, lugar de paso de grullas en su tránsito entre África y los Países Nórdicos. Como resulta evidente, permitir el acceso de las bicicletas a todos los trenes atraería un turismo de calidad a esta zona muy deteriorada de Teruel. De esto son conscientes los habitantes de Torrijo del Campo, Caminreal, el propio Gallocanta, Villalba de los Morales, Torralba de los Sisones, Bello, Tornos, el Poyo del Cid o Fuentes Claras. El acercamiento a los habitantes de estos lugares debe permitir la creación de algún tipo de frente común que favorezca conseguir nuestras reivindicaciones.

Mientras tanto, el grupo de cicloturistas que se decidieron por dar a RENFE una lección de pundonor, esfuerzo y entrega se encontraba ya en la carretera dispuesto a lograr el objetivo. La experiencia fue dura por las condiciones meteorológicas. Una vez puesto el Sol, el frío obligaba a refugiarse cada cierto tiempo en los pequeños bares desperdigados por la carretera. El ánimo no decayó en ningún momento. Pasadas las dos se alcanzaba Monreal del Campo con un entrañable y efusivo encuentro con el grupo que se encontraba ya en la población. Se era consciente de que se había conseguido algo grande aunque toda la convocatoria no había hecho sino empezar.

El jueves se despertó con el tiempo preciso para hablar con uno de los concejales del pueblo que nos brindó su apoyo a cualquier iniciativa relacionada con la accesibilidad de ciclistas a la zona. Tras visitar el nacimiento del río Jiloca, nos encaminamos a Ojos Negros, Villar del Salz, Peracense y Almohaja, entre otros núcleos. Estábamos ya en Sierra Menera y seguíamos recibiendo el apoyo de cada lugar que atravesamos. En estos últimos pueblos nos comentaron que querían poner en marcha un tren turístico y que por ese motivo se oponían a que se arrancaran las vías. Nos pareció una iniciativa muy respetable que no carecía de atractivo. En definitiva, lo que nos debe interesar por encima de todo es el acceso a la Vía Verde, respetando lo que cada población decida hacer con sus recursos. Ese día concluimos la etapa en la localidad de Santa Eulalia. En cada uno de los pueblos por donde pasamos dejamos constancia de nuestras reivindicaciones en forma de carteles, octavillas o pegatinas.

El viernes era el día indicado para la acción en el TRD. Después de pedalear hasta Cellla, en donde volvimos a plantear nuestras reivindicaciones, volvimos a dividirnos. Por un lado quedaban en Cella los tres compañeros –Quico y Perico de Zaragoza y Marcos de Barcelona- que iban a asaltar el TRD y por otro el resto de cicloturistas que se encaminaron hacia Teruel para encontrarse en la estación de tren con los compañeros y compañeras de Barcelona, Valencia y Teruel. Allí se había concertado, igualmente, una reunión con los medios. El acto fue un éxito de participación –no es fácil ver más de treinta bicicletas en una ciudad como Teruel- y de prensa ya que esa misma noche, en el informativo, se dio espacio al acto.
La valoración de los tres días invertidos en la lucha contra el TRD es altamente positiva. Tanto por los apoyos recibidos en todos y cada uno de los pueblos en los que pudimos hablar con habitantes, concejales o alcaldes; como por la cobertura mediática –Diario de Teruel, Aragón Televisión y diversas emisoras de radio- o el hecho de que ciudadanos de territorios limítrofes que creemos en que nuestros planteamientos son justos pudiéramos compartir un espacio común y romper con la incomunicación a la que nos obliga la coyuntura social en estos días. Creemos que se deben promover este tipo de iniciativas en toda la península, que el problema del ferrocarril no sólo debe superar los medios de comunicación locales y que podemos ser los mejores embajadores ya que la bicicleta permite el contacto con las gentes del ámbito rural que son las que más se juegan, junto con nosotros, en esto del tren. Estamos convencidos de que así sí, así se puede.


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